Los ataques vikingos continuaron, e incluso se perdieron territorios en momentos, hasta el ataque de Olaf Tryggvason, llamado Hueso de Cuervo, quien triunfó en Maldon en el 991, derribando a las fuerzas inglesas del Rey Etelredo el Indeciso, quien comenzó a pagar tributo a Olaf para aplacarlo, pero sólo despertó su codicia.
Las invasiones continuarían sin que Etelredo planeara una estrategia para enfrentarlo, excepto seguir pagando. Tras el regreso de Olaf a Noruega, su aliado Sven llegaría a Inglaterra en 1013 y su avance llevó a Etelredo a huir a Normandía (norte de Francia), por lo que los vikingos se convertirían en reyes de Inglaterra. El hijo de Sven, Canuto, haría de Inglaterra parte del Imperio Escandinavo.
El último rey anglosajón sería Eduardo el Confesor, quien falleció sin herederos en 1066, por lo que Harold Godwinson, asumió el mando. Después se enfrentaría a Harald Hardrada por el trono, derrotándolo en 1066, dando fin a las invasiones vikingas a Inglaterra, y el fin de la era vikinga. Sin embargo, ese mismo año cayó ante el otro pretendiente a la corona: Guillermo el Conquistador, dando inicio a la Dinastía Normanda.
Los nobles normanos comenzaron a desplazar a la aristocracia gaélica en Irlanda y a apoderarse de sus territorios, estableciendo un sistema feudal. Igualmente, intentaron invadir Gales por el sur, pero no lograron grandes avances gracias a la fuerte resistencia, y seguirían luchando durante 200 años.
Este es el nombre un poema atribuido al príncipe y poeta del siglo VI Llywarch Hen, aunque es posible que fuera escrito en los siglos X u XI. Aquí se cuenta las hazañas de Geraint de Dumnonia contra los anglosajones en la batalla de Llongborth (probablemente Langport, Somerset), ocurrida entre 480 y 510. Lamentablemente, Geraint fallece en el combate.
La versión más antigua de este poema se encuentra en el Libro Negro de Carmarthen, perteneciente al año 1250. Una de las estrofas del poema narra lo siguiente:
En Llongborth vi a Arturo,
Y valientes hombres quienes derrumbaron con acero,
Emperador, y conductor del trabajo.
Arturo lidera guerreros poderosos, identificados como símbolos de valentía. Además. El que fuera antes un líder militar, comienza a convertirse en rey, al ser llamado emperador por primera vez; pero también es posible que se refiera a que era quien dominaba el campo de batalla.
Finalmente, más de 600 años después, llegaría el libro que iniciaría la leyenda de Arturo al dejar en buena parte de lado los hechos históricos, escrito por el clérigo e historiador anglo-normano Geoffrey de Monmouth. Aquí finalmente se establecen muchos de los elementos de la leyenda artúrica como la conocemos hoy.
Educado en la cultura normanda, pero muy atraído por la cultura celta, Geoffrey publicó en 1136 la Historia Regum Brittaniae: la Historia de los Reyes de Britannia, la cual se completa con la Vita Merlini y Prophetiae Merlini.
Geoffrey usó como referencias a Gildas, Nennius, los Anales Cambriae y seguramente también conocía las historias del Mabinogion, pero igualmente hace referencia a un ´´muy antiguo libro en la lengua Bretona, que, en una historia continua y estilo elegante, contaba las historias de todos, desde Brutus el primer rey de los bretones, hasta Cadwallader hijo de Cadwallo´´. No se conoce el nombre de este documento, si se perdió o si fue un invento de Geoffrey. Finalmente, es la imaginación del clérigo la última fuente importante para la creación de su obra.
En Historia Regum Brittaniae, Arturo es coronado a los 15 años tras la muerte de su padre Uther y prueba ser un gran estratega y guerrero. Posee la espada Caliburn, un casco con el símbolo de dragón, y un escudo con la imagen de la Virgen María.
Logra frenar el avance de los sajones, acabar con los irlandeses y concede perdón a pictos y escotos. Se casa con la bella Guanhumara y tras conquistar diversos territorios al norte de Europa, gobierna en paz por 12 años. Los reyes de otros países comenzaron a temer perder sus territorios a manos de Arturo, quien efectivamente, conquista territorios como Noruega, Dinamarca y Galia.
Tras negarse a pagar tributo a Roma, Arturo se dirige su tropa Burgundia, dejando a cargo de su reino a su sobrino Modred, quien lo usurpa y se casa con Guanhumara. Arturo vuelve y lo enfrenta en el campo de batalla en Cornualles, donde caen miles, incluyendo a Modred y Arturo, a quien llevan a la isla de Avallon para ser curado. Constantine, hijo de Cador de Cornualles, toma su lugar como rey en el año 542.
Incluso si los historiadores de la época, al igual que los actuales, consideraron el trabajo de Geoffrey no fiel a los acontecimientos, el público lo aceptó como auténtico. Arturo, que hasta entonces solo era conocido en Britania, pasó a ser reconocido en otros países.
Si bien mencioné varios candidatos a Rey Arturo, todavía existen más, como Garnait I, rey de los pictos; Túathal Máelgarb, Gran Rey de Irlanda, y el legendario fundador de Wessex, Cerdic.
Pero los verdaderos orígenes de Arturo han quedado perdidos en la historia, y lo más probable es que nunca lo averigüemos: no será posible encontrar a una figura histórica que cumpla todas las características. Lo más seguro es que Arturo sea la combinación de varias de las personas mencionadas y sus hazañas, combinado con elementos mágicos.
Arturo pasó de ser un gran guerrero a un rey conquistador, pero siempre fue un héroe para los britanos, un símbolo nacional, y durante mucho tiempo fue considerado un personaje histórico.
Pero al final, si Arturo existió o no, no tiene importancia realmente, porque su impacto en la cultura lo volvió inmortal, y es en las obras que formaron la figura literaria donde encontramos al Arturo que nos gusta a todos.
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